jueves, 27 de septiembre de 2018

¿Más energía y vitalidad? ¿Has oído hablar del polen?


La primera vez que de jovencita me recomendaron polen no pude imaginar que sería un complemento habitual en mi dieta. Su sabor amargo y su textura granulosa y dura no le hacen favor a sus cualidades nutricionales. Ni mejor ni peor que otros alimentos de la dieta, lo que no se puede negar es que su consumo sólo puede ser positivo para la salud.



El polen es el polvo amarillento que se forma en las anteras de los estambres de las flores. Las abejas, en su labor polinizadora trasladan este polvo formado por microesferas a otras flores. El polen que conocemos comercializado son gránulos que las abejas redondean con sus patas al mezclar este polvo con néctar, y del que se desprenden a la entrada de la colmena.
El polen es muy rico en nutrientes, ya que en su origen es una célula germinal. Su contenido en vitaminas, enzimas, aminoácidos y minerales es muy alto, por ello es un complemento dietético ideal para aquellos estados nutricionales en los que aparezcan deficiencias (astenia, cabello y uñas debilitados, piel deteriorada…) o bien se necesite un plus nutricional por estados convalecientes, etapas de crecimiento o incluso actividad deportiva. En su composición destaca el alto porcentaje de proteínas, con presencia de casi todos los aminoácidos esenciales para el organismo, gran cantidad de vitaminas (Pro vitamina A en cantidad importante, vitamina del complejo B (incluyendo ácido fólico), C, D, E, P (Rutina), Colina, etc.), Hidratos de carbono (20- 40%), fibra, sales minerales (Calcio, Magnesio, Yodo, Manganeso, Zinc, Cobre, Potasio, etc), enzimas y coenzimas digestivas, y fitoesteroles.
Aún a falta de un mayor número de estudios que corroboren sus efectos terapéuticos, el polen se le considera un buen tónico intestinal y métabólico, con acción reguladora en los procesos de estreñimiento y/o diarrea; estimulador del apetito y del metabolismo en general, con efectos positivos en la producción de glóbulos rojos, la disminución de la fatiga y de la tensión arterial, y la mejora de la apariencia de la piel y de las uñas.
En el mercado puede encontrarse en forma de polen seco, fresco, molido y extracto de polen. En el caso del polen seco, para considerarlo de calidad debe tener valores de humedad inferiores al 5% y estar envasado en tarros herméticos. El polen fresco se conserva congelado, y lo que se hace es pasar la cantidad a consumir durante unos días a un envase más pequeño que se guarda en la nevera. Las propiedades de uno y otro no varían, si bien es cierto que el polen fresco se disuelve mejor.
Su color puede variar desde el anaranjado rojizo hasta el verde pasando por el amarillo, y ello dependerá de si procede de un solo tipo de flor (monofloral) o de varias flores (multifloral). De ello también dependerá su sabor, más dulzón o más amargo (dando por hecho que dulce dulce no es….)
Pueden tomarlo niños y adultos, siempre que no haya antecedentes de alergia. De cualquier modo siempre es mejor comenzar con dosis pequeñas e ir aumentando poco a poco la  cucharaditas para los adultos. Aunque puede ser consumido en cualquier época del año, es recomendable en primavera y otoño para hacer frente a los estados de astenia que a veces acompañan a estos cambios estacionales. Yo lo tomo a la mañana, mezclado con mi café con leche (y miel, ya por vicio), pero puedes tomarlo con cualquier líquido frío o caliente, o añadido a yogures, ensaladas etc. Hay que tener en cuenta que para una mejor asimilación, lo ideal es que se deshaga, y ello es más rápido en un líquido templado o caliente.
¿Eres fan del polen? Si es así seguro que estás de acuerdo en que es un estupendo aliado para esta vida loca. Si nunca lo has probado, te animo a hacerlo (siempre y cuando estén descartadas las alergias), aunque sólo sea para ver qué pasa…y si te encuentras en algún momento bajo (física o anímicamente), no lo dudes e incorpóralo en tu dieta, lo agradecerás!!!!


lunes, 17 de septiembre de 2018

Bizcocho chocolatero de cumpleaños feliz

En casa no hay cumpleaños sin bizcocho. Lo saben bien mis amigos porque la "necesidad" de prepararlo me ha hecho escaparme corriendo de alguna celebración, pero lo cierto es que para mi es toda una tradición que además me hace mucha ilusión. Partiendo de que no tengo gran experiencia repostera y que sólo elaboro postres básicos, estoy orgullosa de este bizcocho de chocolate que nos hace disfrutar de los desayunos en esos días especiales.

Esta receta es una adaptación de una receta muy básica de un bizcocho para hacer con niños, con ingredientes sencillos que no requieren ni mucha elaboración ni mucho tiempo.  En casa nos lo comemos tal cual, sin muchos extras, pero si no te importan las calorías y lo que quieres es darte un gustazo lo puedes rematar con una cobertura de chocolate que se prepara en un plis plas.


Que necesito (8 raciones):

100 g de chocolate negro (para postres, suelen tener un 52% cacao)
1/2 vaso de agua para derretir el chocolate
250 g de azúcar (yo en los postres utilizo blanca)
50 g de mantequilla blandita
75 g de aceite de girasol
75 g de harina de trigo repostería
75 g de harina de arroz
25 g de cacao amargo en polvo (puede ser chocolate negro rallado)
200 ml de nata ligera
1 sobre de levadura

Parecen muchos ingredientes pero es por que he desdoblado el tipo de grasas y de harinas. La receta original era sólo con mantequilla y harina de trigo, y el resultado era más empalagoso porque la mantequilla aporta mucha jugosidad pero si no le pillas bien el truco al horno o no utilizas un molde adecuado puede ser que no tome mucho aire y que quede más pesado. En mi caso, con un molde desmontable de 21 cm de diámetro, sustituyendo más de la mitad de la mantequilla por aceite de girasol y añadiendo a partes iguales harina de arroz y de trigo, el resultado ha ganado mucho.

¿Cómo lo hago?

1. Precalienta el horno a 160 ºC

2. Pon en un bol el agua y el chocolate troceado y funde en el microondas a la menor potencia durante unos 3 minutos hasta obtener una mezcla líquida. Si es necesario más tiempo, repite operación en tiempos de un minuto. Si lo haces al fuego, calienta la misma mezcla a fuego suave para que se deshaga lentamente. En ambos casos hay que evitar que el agua llegue a hervir.

3. Deja la mantequilla a temperatura ambiente o calienta en el microondas durante unos segundos a baja potencia.
Mezcla en un bol la mantequilla y el aceite de girasol con el azúcar. Añade los huevos de uno en uno y bate hasta obtener una mezcla grumosa.

4. Mezcla por otro lado los dos tipos de harina, la levadura y el cacao. Truqui: pasa estos ingredientes por un colador o un tamiz para que la masa resulte más fina.

5. Junta las dos mezclas (paso 3 y 4) y añade el chocolate fundido. Mezcla todo muy bien con una espátula con movimientos envolventes.

6. Vierte la mezcla en un molde y mételo en el horno durante 40 minutos.

7. Espera a que toda la casa comience a oler a chocolate. Vigila que la temperatura del horno sea la correcta y que no se esté dorando demasiado arriba. Si es el caso baja unos grados la temperatura, cubre con papel de aluminio el bizcocho y termina la cocción. Pincha con un cuchillo la masa y comprueba que sale seco. Saca el bizcocho del horno y déjalo reposar y enfriar antes de desmoldar.

8. DISFRUTA

Fácil ¿no?. Adórnalo con virutas de colores, lacasitos o cualquier cosa divertida si quieres llegar al corazón de un niño ó  disfrútalo tal cual. Si lo quieres "más cargado" derrite otros 100 g de chocolate con 100 g de nata a fuego suave y cubre el bizcocho con la mezcla.
Si no lo consumes todo, una vez frío cubre con film o papel de aluminio o guárdalo en un tupper dentro de la nevera para que no se seque (aunque lo MAS PROBABLE es que NO TE SOBRE.....)


Nos vemos!!!!

Maritxu

viernes, 14 de septiembre de 2018

DE TEMPORADA: SEPTIEMBRE

“Si nos perdiéramos en el campo en septiembre, no pasaríamos hambre”; siempre lo ha dicho mi padre. Huertas con tomates, pimientos, y algún melón; arbustos con moras y frambuesas, higueras de camino al río Ebro, los primeros almendrucos, peras y manzanas aún duras pero listas para recoger y uvas maduras en las viñas desde luego te aseguran la supervivencia en caso de inanición.



A caballo entre el verano y el otoño, en el mes de la vuelta al cole, al trabajo, a las actividades extraescolares y deportivas, todavía conviven las frutas veraniegas como el melón, el melocotón y la nectarina, con las de mediados de estación como las moras y los higos, y las que nos anuncian el otoño: peras, manzanas y uvas.
Productos de la huerta. Sin lavar y sin dar brillo: tal cual recogidos

En septiembre toca vendimiar (a veces también en octubre); todo depende de cómo de adelantada venga la cosecha. No hay dos años iguales, y aunque el cultivo en invernadero y la importación nos acerca este fruto hasta en invierno, es en estos meses donde los encuentras de producción cercana. Aunque tienen mala fama por su riqueza en azúcares, en realidad es un alimento muy depurativo y alcalinizante, por lo que popularmente se ha creado “la dieta de la uva” con fines adelgazantes. Sin aventurarme a decir si esta dieta alcanza los objetivos propuestos, sí que está documentado que la riqueza en potasio de la uva la convierte en un alimento muy recomendable para nuestros riñones, y la presencia de taninos y otros compuestos antioxidantes como el resveratrol abundantes en la piel ayudan al hígado a eliminar toxinas. Recordemos, que nosotros ya disponemos de órganos que purifican y eliminan toxinas de nuestro organismo, sólo hay que comer bien para que riñones e hígado funcionen bien. 
Uva moscatel: dulce entre las dulces

De sabor suave y dulce, y con forma similar a un globo, la pera también  resulta muy interesante desde el punto de vista nutricional porque tiene mucha agua, pocas calorías por 100 g, azúcares asimilables por las personas diabéticas, y muy poco sodio pero mucho potasio, así que es perfecta como diurético y como reguladora de la tensión arterial. La mayoría de sus vitaminas y minerales se encuentra en la piel, así que siempre recomendable lavarla bien o conseguir piezas de cultivos sin tratamientos químicos o ecológicos. La variedad “conferencia” recogida durante el mes de septiembre, puede encontrarse fresca en los mercados hasta noviembre, aunque su almacenamiento en cámaras permite que se pueda comprar prácticamente todo el año.
Tomates, pimientos, lechugas, judías, nos siguen acompañado también este mes, dando la bienvenida  a la calabaza, que nos recuerda que el otoño está a la vuelta de la esquina. Pero hasta entonces, ¡a disfrutar del verano!

TARTA RED VELVET